COMO LLEGUÉ
A LA
FOTOGRAFÍA

MI HISTORIA
Mi tesis doctoral fue un libro de fotografía. En aquella época, como investigadora, fotografiaba los diminutos seres que habitan en el agua a través de una Leica acoplada a mi microscopio. Al tiempo descubrí que debía cambiar la ciencia por el arte o nunca me sentiría totalmente realizada. A la carrera científica le siguió la de interpretación, quería meterme en la piel de distintos personajes, contar historias, así que aprendí mucho sobre mí y sobre el arte de actuar, actué, disfruté del proceso y luego de enseñarlo.
Un día, en un retiro de crecimiento personal donde trabajaba como profesora de teatro, un compañero me prestó su cámara para que tomara fotos de su sesión. Pasé dos horas completamente inmersa, con el ojo pegado al visor, maravillada al descubrir que encuadrar lo que sucedía me producía una grata sensación de plenitud. Ahí arranco mi devoción por este arte de inmortalizar la belleza. Tomar fotos me produce una alegría intensa, me ayuda a admirar el mundo; capturar su magia en rectángulos inmortales me da sentido, me da placer, me hace feliz.
​
